/photos/134/134048248/1615140676869.png)
Publicado: 7 de Marzo de 2021
“Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
Viktor Frankl
En pocos días se cumplirá un año desde que en España se decretó el estado de alarma por la pandemia del Covid’19. Todos estamos acusando los efectos de este año devastador: confinamientos, enfermedad, pérdidas, miedo, limitaciones, toque de queda…
Muchos de los pacientes que acuden a mi consulta manifiestan agotamiento emocional, estrés, rabia, tristeza o falta de energía.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de fatiga pandémica derivada de la hipervigilancia y de las consecuencias físicas, psicológicas y sociales de un virus que no sabemos todavía cuanto durará. Esta hipervigilancia está forzando nuestro sistema hormonal y endocrino haciéndonos más vulnerables ante la ansiedad o la depresión.
¿Cómo recuperarnos de esta experiencia?
Nuestra capacidad de resiliencia es asombrosa. El cerebro se adapta a situaciones que a priori nos pueden parecer insoportables.
Estos días he recordado el maravilloso libro El Hombre en Busca del Sentido del Dr. Viktor Frankl, en el que nos narra su experiencia en los campos de concentración, demostrando que la vida es digna de ser vivida aún en las peores circunstancias y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles.
Algunos consejos para superar esta etapa son:
1. Aceptar lo que ha pasado: La realidad es lo que es. Lo que ha pasado puede ser duro, triste y, en muchos casos, no tiene vuelta atrás, pero necesitamos un punto de partida para poder orientarnos hacia el futuro. Quizá necesitemos un tiempo de introspección o incluso ayuda profesional para superar el duelo, pero es imprescindible aceptar lo que ha pasado para poder focalizar nuestra atención de forma constructiva.
2. Perdonar: Buscar culpables no es la solución. Posiblemente podrían haberse hecho algunas cosas mejor. Posiblemente podíamos haber reaccionado antes para evitar males mayores. Posiblemente podríamos culpar a otros, a las circunstancias o a nosotros mismos de las consecuencias de este maldito virus, pero debemos poner el foco en aquellos aprendizajes que nos impidan repetir los mismos errores, más que en regodearnos en aquello que ya no podemos cambiar. La rabia y el rencor pueden convertirse en veneno que nos administramos a nosotros mismos.
3. Agradecer: Seguro que, si lo pensamos a fondo, esta situación nos ha aportado algo impensable hace unos meses. Alguna respuesta solidaria no esperada, conversaciones a otro nivel de intimidad y autenticidad, priorizar a las personas frente a los resultados… cada uno sabe. Parafraseando al Dr. Viktor Frankl “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Centrarnos en aquello que podemos agradecer a la vida nos va a conectar con el optimismo.
4. Construir el futuro que queremos: Si algo nos ha regalado esta pandemia ha sido tiempo. Tiempo para pensar en el futuro que queremos para nosotros y los nuestros. En nuestras prioridades, en nuestras verdaderas necesidades y en aquello por lo que vale la pena vivir. Encontrar un sentido y decidir de que manera queremos utilizar nuestro tiempo nos conecta directamente con nuestras fuentes de energía y vitalidad.
El próximo 13 de marzo hará un año desde que empezaron los confinamientos, las mascarillas y la distancia social. Quiero terminar con otra frase llena de esperanza de Viktor Frankl:
“Las ruinas son a menudo las que abren las ventanas para ver el cielo”